martes, 28 de enero de 2014

vivan los löppis! VI-VAN!

Llegar del trabajo corriendo y directa a meter las manos debajo del grifo para tenerlas calentitas y poder meterle mano a esta maravilla que me traje de Gotheborg por el irrisorio precio de 10 coronas suecas (un euro y poco):


La verdad es que allí encontré un montón de tesoros. Como este maravilloso cuadro bordado con pajaricos que me sulibella. Lo compré con su marquito y todo en Emmaus (que es como una cadena de tiendas de segunda mano), pero tuve que tirar el marco para poder llevármelo en la maleta, y aún está esperando a que lo lleve a enmarcar y ser colgado. 


Cuando vuelva a Suecia no cometeré el mismo error, e iré con una maleta completamente vacía, para traer de TODO. Las tiendas de segunda mano allí están a otro nivel, quería comprar todo, al contrario de lo que te podrías imaginar son muy baratas en comparación con las de aquí (que como siempre, con nuestro estilo typical spanish particular el objetivo siempre es timar, arsa!). Allí te venden cosas de segunda mano a precios de cosas de segunda mano. Aparadores suecos que en una tienda de aquí no bajan de 500 euros, allí los encuentras fácil por 200 y nuevos. Una maravilla. Yo traje alfombras, cositas de menaje, figuritas de decoración, relojes, un dala horse, como no,etc. Ah! diseño escandinavo...por qué estás tan lejos?

(Tengo ganas de que llegue la primavera, por muchas razones, pero entre ellas para poder hacer fotos con un poquito de luz natural y no estas cacafutis que le quitan las ganas a una)

domingo, 26 de enero de 2014

¡Éxtasis! ¿Dónde está la oficina de telégrafos?

Cuando eras pequeña, a veces te quedabas mirando una piedra durante 15 minutos seguidos sin hacer nada más que eso. Los cinco sentidos puestos en la piedra, en su tacto, en sus líquenes, en su temperatura...A mi a veces me entraba hasta sueño. Tengo muy buen recuerdo de las mañanas de invierno de mi infancia, porque casi siempre estábamos en el campo. Haciendo ceniceros de barro, dando de comer a las gallinas, sentada en el suelo con un chándal viejo mientras mis abuelos araban, o regaban, mientras mi padre arreglaba cosas...y nosotros estábamos siempre rondando por ahí, a veces jugábamos a las casas en una especie de choza que habíamos hecho en un olivo, otras nos íbamos por un camino lleno de juncos entre los que desaparecíamos...pero lo que más recuerdo es la sensación de estar tranquila, más que tranquila la palabra quizás podría ser "embobada". Recuerdo por ejemplo, sentarme al borde de la piscina sucia durante horas y mirar los renacuajos y demás bichitos nadando en el agua verde, sin hacer otra cosa y no sentir aburrimiento. Los niños de ahora me da la sensación que si no tienen a mano el ipad son una bomba de relojería a punto de ponerse a gritar de aburrimiento.

No había pensado hasta ahora en este hecho concreto, pero de repente hoy he echado de menos esa sensación en la vida adulta. Supongo que las prisas, el ir siempre corriendo, y las millones de listas pretenciosas de cosas que queremos hacer, como si con ellas fuésemos a cambiar el mundo, o como si hubiese alguna necesidad de hacerlas, no nos dejan tiempo a veces para echar de menos estar empanada una mañana de invierno con mucho sol como la de hoy.
Así que me he ido sola a lo más parecido al campo al que puedo llegar si camino un ratito, y me he pasado unas cuantas horas con el sol en la cara, mientras leía a ratos, mientras me despistaba con un perro que se subía a un árbol como si fuese un gato, mientras miraba esos pinos viejos que seguirán estando ahí cuando me muera. Y dará igual. Dará igual lo que haya hecho de mis listas, o lo que haya aprendido. Y de repente ha aparecido este párrafo ante mi que describe bastante bien lo que estaba pensando en ese momento:

"Un barco de juguete, un barco de juguete, un barco de juguete", repetía, obligándose de ese modo a reconocer que lo que importa no son los artículos de Nick Greene sobre John Donne, ni la jornada de ocho horas ni los convenios ni las leyes de las fábricas, sino algo súbito, violento:algo que cueste una vida; rojo, azul, morado; un arrebato; un chapuzón; como esos jacintos (acababa de pasar junto a un hermoso macizo); libre de contaminación, dependencia, mancha de humanidad o preocupación por sus semejantes; algo temerario, ridículo, "como mi jacinto, mi esposo quiero decir, Bonthroop: eso es: un barco de juguete en el Serpentine, el éxtasis..., el éxtasis es lo que importa". 






Y no es como si no fuese a hacer nada más y dedicarme a la vida contemplativa, QUE YA ME GUSTARÍA, YA. Pero sí voy a obligarme a bajar un pelín el nivel de hiperactividad. Intentar que mi mente tenga una percepción más amplia de todo lo simple. Suena un poco hippie, pero ye lo que hay.

viernes, 3 de enero de 2014

2013/2014




El 2013 empezó un poco regular, pero fueron pasando los meses y al final no ha sido tan catastrófico. He aprendido muchas cosas, algunas feas pero necesarias, y otras chachis, como a cocinar un montón de cosas. El 2013 ha sido el año en el que menos he posteado en hitiny y probablemente en el que menos fotos haya hecho, también ha sido el año en el que menos libros he leído.  Así que estoy muy contenta de que llegue el 2014, porque vale que lo de los propósitos de año nuevo sean una parida pero el cambio de año es una palanca muy guay para los procrastinadores supersticiosos como moi, y ya no tengo septiembre al que agarrarme. Así que...objetivos de 2014: fijados. Empezamos.